jueves

CHARLA DEBATE "GÉNERO"

DISERTANTE: ALEJANDRA CIRIZA

Alejandra- Este no es un espacio en el cual vamos a hacer un debate académico acerca de las teorías feministas de primera, segunda o tercera ola, o lo que fuere, sino que más bien es un espacio en el que se trata de ver qué es esto del género, por qué hoy resuena tanto, de dónde viene históricamente y por qué las mujeres hemos necesitado espacios de mujeres, algo que no es muy sencillo de entender. Pero si uno entiende la historia de estas cosas, por ahí puede entender por qué se produjeron de esta manera.

Alejandra propone que cada participante se presente. En esta instancia de la charla, aparecieron los hijos, ser mujer, los tiempos difíciles, profesiones, ocupaciones, rescate del derecho a nacer y a morir en la casa, compañeros, docencia, alegría por estos espacios de reivindicación tanto del títere como de la mujer, educación popular, poesía, familia, cantos, territorio de pájaros, complementariedad de la mujer y el hombre, hacerse en el día a día, reunirse para compartir no para competir, juegos, búsquedas, luchas…

Alejandra- Hay dos maneras de aproximarse a la temática del género: podríamos optar por una charla académica donde les digo qué es esto del género, cuando aparece el término, por qué se usa esta palabra dentro de la tradición anglosajona y cuáles son las dificultades para utilizarla en nuestra lengua. En nuestra lengua es un problema usar esta palabra. Muchas veces se la usa sin saber claramente de qué se está hablando. Pero me parece que es mejor recurrir a la historia, para entender porqué aparece esta perspectiva, llamada perspectiva de género. Hablar de porqué aparecieron las feministas, que es una posición no sólo teórica sino política. Posición feminista es la posición de una mujer que se resiste a las formas de opresión contra la mujer. Que ahora podamos cuestionar, por ejemplo cómo parir a los hijos, tiene que ver con la posición de esas feministas que históricamente se enfrentaron al silencio e hicieron visibles nuestros problemas y nuestras demandas.
Las mujeres hemos sido consideradas durante siglos como inferiores. Por eso es bueno saber que en determinado momento histórico las mujeres decidieron cambiar las cosas, demandar igualdad, y no solamente mujeres. Por ejemplo Condorcet, un filósofo enciclopedista que fue el único entre ellos que vivió y actuó durante la revolución francesa, escribió un libro “Sobre los derechos de ciudadanía de las mujeres” en el que plantea que si se permite que vote gente que tiene gota ¿por qué razón no vamos a permitir que voten las mujeres que sólo menstruamos una vez al mes? Considerando, además que menstruar no es una enfermedad. Entre otras cosas interesantes, Condorcet se divorció de su mujer mientras estaba preso por sus ideas políticas, antes de suicidarse, para que ella no cargara con el castigo.
Para entender el tema de las mujeres el ejemplo de los otros suele ser útil. La conquista de América es el caso más claro para pensar el asunto: América era algo desconocido, era lo “otro”.
Cuando América fue conquistada, brutalmente conquistada (un tema que nos lleva a pensar otros asuntos, como si seremos americanos los americanos, si América será un buen nombre para nosotros …(o tal vez mejor Abya Yala, como le llamaban los indios). Decía, entonces, que cuando América fue arrasada por la conquista, apareció una cuestión muy importante para pensar este tema del género: cómo se ve al otro. Europa tenía una cultura que tendía a identificar diferente con inferior, y sobre esa base arrasó con las otras culturas, conquistó todo el mundo. Los europeos miraron al mundo considerando su propio punto de vista como central, y ellos como modelo de humanidad. Sobre la base de esa medida, desde ese lugar, miraron al mundo, y dijeron esos otros, los indios, que eran diferentes, eran inferiores: ser indio se convirtió en sinónimo de ser menos, de ser feo porque eran oscuros y desde los patrones europeos eso es feo. Lo mismo valía para los negros, ser negro era todavía, si se quiere, peor. Tanto es así que pensaban que los negros no tenían alma. Bueno, las mujeres tampoco.
Ese es el problema con los otros, que alguien tomó la palabra y dijo: ser otro es malo, ser diferente es malo, ser diferente es ser inferior. En la construcción de esta equivalencia las mujeres perdimos ¿Qué es lo que perdimos? Perdimos el derecho a decidir sobre el propio cuerpo, que es el derecho a decir como decían las feministas italianas, “io sonno mia”. Decidir cómo gozar, con quien gozar, decidir si quiero tener hijos, o no, por ejemplo, porque ser madre no es el único destino posible para una mujer.
Es importante ver qué pasó para que un ser diferente se transformara en un ser inferior, por eso es importante ver qué pasó con la modernidad, que pasó en ese momento de la historia.
Si bien la historia para cada una y cada uno individualmente empieza con nosotras/os, pensar en estas dos coordenadas es imprescindible. Nosotros nacemos con un cuerpo en determinado momento histórico, pero nos encontramos con una historia pasada. Karl Marx decía “las generaciones muertas pesan como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos”. Comparto este concepto, porque nacemos en condiciones históricas y sociales que no elegimos, pero esas condiciones hacen al modo en que cada uno de nosotros se ve a sí mismo, a sí misma.
En América Latina esta problemática tiene particularidades, nosotras no somos como las feministas europeas, ni mejores ni peores, sino que tienen otros problemas, viven en otra sociedad. Para nosotras, por ejemplo, ha habido formas de ser mujer y formas de ser varón que se han convertido en mandatos. Esto se llama estereotipos de género.

Preguntan si podría explicar un poco más qué es eso del feminismo.

Alejandra- Las feministas somos …

Un participante- ¿Es lo opuesto al machismo?

Alejandra- Por empezar no, porque con esto de no elegir las condiciones en que se nace, esto de diferente igual a inferior, a las mujeres nos tocó no tener derechos durante siglos. Nos tocó ser consideradas seres sin alma, durante siglos. Durante siglos se pensó que para lo único que servía una mujer era para ser mamá. ¿Qué pasaba cuando esa mujer no podía, no estoy diciendo no quería (idea mucho más complicada) ser mamá? Habrán leído Yerma, es muy impresionante. ¿Qué pasa si no se puede tener un hijo? ¿Tiene que ser la más devastadora de las tragedias? ¿No se puede elegir un hijo que no sea de tu cuerpo?
Entonces ¿de dónde venimos las feministas? Esto da para una historia larga, pero voy a tratar de ser breve.
La palabra feminista surge en el siglo XIX, cuando las mujeres empiezan a pelear por el derecho al voto. Allí se comienza a utilizar la palabra y se usa de una manera peyorativa, se usa como una acusación. En realidad las feministas hemos sido y todavía somos ridiculizadas. Se dice que las feministas somos marimachos, masculinas, competimos con los hombres. En pocas palabras: el feminismo es una ideología extraña al ser nacional…
Pero las mujeres feministas somos mujeres como todas, hay gordas y flacas, de mi edad, más jóvenes y más viejas que yo. Algunas feministas elegimos ser mamás y otras no. Hay feministas heterosexuales y hay feministas lesbianas. Hay feministas que estamos cerca de la izquierda, marxistas, socialistas. Hay una tradición de feministas anarquistas que es una maravilla –también ajenas al ser nacional, a pesar de que en 1907 las muchachas hicieron una huelga en los conventillos-.
En Latinoamérica es muy difícil reconstruir las genealogías feministas porque es una tradición pequeña, frágil, débil. Es una tradición de vencidas y de vencidos. Yo pienso en los derechos humanos en Argentina, si no hubiéramos salido a la calle por los años y años que lo hicimos para mantener la memoria viva, que ahora a los 30 años ha florecido de una manera extraña, eso hubiese sido olvidado. Porque a los poderosos y a las poderosas no les conviene. No conviene que las personas seamos libres, que seamos capaces de decidir sobre nosotras. ¿Quién gana cuando las mujeres pierden? Las mujeres hemos trabajado toda la vida, siempre ha habido trabajo femenino, pero ese trabajo no ha sido visto. El trabajo del ama de casa se dice, no es “nada”, porque no se paga. Para el capitalismo es trabajo que no sirve. Sin embargo ese trabajo impago reproduce a los seres humanos, los alimenta, los cría.
En las sociedades humanas están las relaciones cara a cara, las que estamos construyendo ahora, y están las relaciones que tienen que ver con la inercia de los procesos históricos y sociales. En esta inercia existen relaciones de dominación, que no son fáciles de ver. Precisamente porque no son fáciles de ver es que hacen falta movimientos políticos y sociales, como el feminismo, para lograr que las personas que hemos sido consideradas inferiores, por ser diferentes, conquistemos derechos que otras personas han tenido como “derechos naturales”.
¿Hay algo en la genética masculina que diga que un varón tenga derecho a votar? Sin embargo de alguna manera se partió de esa idea. Se fueron construyendo socialmente estereotipos sobre la base de los cuerpos sexuados de la humanidad. Entonces se atribuyeron funciones: los varones sirven para el trabajo productivo, las mujeres para el trabajo doméstico. El trabajo productivo se paga, el doméstico no.

Uno de los participantes- Esto es una condena social, la del tipo que tiene que trabajar y cobrar. Porque estamos hablando de feminismo y yo me pregunto sobre la palabra género, ¿tiene sólo que ver con el feminismo? ¿Qué significa género?

Alejandra- Dijimos que feminismo aparece en el siglo XIX, que hay una primera oleada feminista que acompaña las revoluciones burguesas del siglo XIX. Hubo una mujer maravillosa que se llamó Mary Wollstonecraft, que escribió un texto maravilloso “La vindicación de los derechos de la mujer”. Ella estuvo casada con William Godwin que escribió las memorias de su mujer. Ellos intercambiaron unas hermosas cartas de amor. Ser feminista no significa estar peleada con los varones y no significa necesariamente ser lesbiana. Es un prejuicio, una brutalidad, pensar que las personas necesariamente tienen que amar a personas del otro sexo. Eso no está escrito en ningún lado, salvo en “la cabeza de la Iglesia Católica y Romana”. El problema de la Iglesia es que tienen mucho poder y la cabeza estrecha.
Entonces, nosotras, las feministas, tenemos una larga historia y el término feminismo viene de la tradición continental, de la tradición europea.
El término género nace en los años 80 en Estados Unidos cuando la cuestión del género se convierte en un asunto académico. Allí aparece la necesidad de buscar una palabra técnica para aclarar la diferencia entre el sexo y esto que se llama género. El sexo biológico tiene distintos aspectos: un componente gonadal, un componente genético, un componente corporal, que tiene que ver con los caracteres sexuales secundarios. En este sentido como ustedes saben, hay personas cuyo el aspecto externo no tiene que ver con el sexo biológico, las travestis. Ellas son un ejemplo de la no coincidencia entre el sexo gonadal y los caracteres sexuales secundarios. Y no sólo eso: todas y todos tenemos experiencias, hemos visto que el sexo no induce un deseo heterosexual necesariamente: en los cromosomas no está escrito a quien vamos a amar. Un varón puede amar a una mujer o a otro varón, una mujer puede amar a otra mujer o a un varón. No hay nada en el sexo biológico que determine la sexualidad. La sexualidad es una dimensión de la vida humana que tiene que ver con los aspectos psíquicos. Pero además hay una dimensión cultural, esto fue lo llamado género.
El género tiene que ver con qué papeles, desde el punto de vista social, eran asignados a las personas en razón de su sexo. Esta idea de que a un sexo le corresponde un género y una forma de sexualidad es una forma normativa de pensar la relación sexo – sexualidad – género. De aquí surge la noción de estereotipo de género. Hay un estereotipo de género cuando se busca rabiosamente que cada persona cumpla un papel en función de su sexo - como si la habilidad para lavar pañales tuviera que ver con el sexo femenino-. Cuando se cree que hay características que son femeninas y otras que son masculinas. Cuando se piensa de esa manera, se tiende a pensar que las mujeres somos naturalmente suaves, dulces y acogedoras y los varones son naturalmente violentos. Por ejemplo para la policía: varón – joven – morocho igual delincuente.

Una de las participantes- Pero las mujeres, somos en muchos sentidos, vulnerables. Por ejemplo no igualamos la fuerza física del varón.

Un participante- Esto tiene mucho de construcción histórico cultural, hay diferencias pero estas diferencias tienen mucho que ver con una construcción histórico- cultural.

Alejandra- Esto es algo para tener en cuenta. Los cuerpos humanos son moldeables. Una chica con un buen entrenamiento puede tener más fuerza que muchos varones.

- Las mujeres bolivianas cargan sobre su espalda mucho peso.

- Hay mujeres que son obreras de la construcción.

Alejandra- Esto pone de manifiesto la fuerza de las representaciones culturales. Por ejemplo en el siglo XIX se había decidido que el embarazo era una enfermedad.

- Hoy en día también hay algo de eso.

- Yo creo que en esta reflexión que se hace de que la mujer debe abordar el afuera, los hombres también cargan con el peso del afuera. Porque socialmente se le inculca al hombre que es el fuerte, entonces en una situación de peligro él está tan asustado como una mujer, porque es un ser humano como ella.

Alejandra- Está bueno analizar que la experiencia de las mujeres no es la misma para distintas clases sociales y para distintas etnias. Yo les decía que en el siglo XIX el embarazo era una enfermedad para las “señoras”, pero no lo era para las trabajadoras y campesinas que parían en el surco.
Las mujeres pertenecemos a todos las clases sociales, a todas las culturas. Sin embargo esto es muy difícil de ver, porque se tiende a “esencializar“. Se tiende a pensar que hay en el sexo algo de “esencial”.
En realidad la diferencia sexual es del orden de lo ontológico. La humanidad viene al mundo en cuerpos humanos sexuados y eso genera la ilusión de inmodificabilidad. Sin embargo la biología no es destino. En el mundo hay varones, mujeres pero también gente “extraña”, intersex, personas cuyo sexo biológico no es claro. Sobre ello hay diversas orientaciones sexuales: homosexuales, heterosexuales, bisexuales. Un mundo diverso es mundo mucho más rico.
Ahora, ¿qué ha pasado en esto de la redefinición de los lugares de varones y mujeres en relación con lo público y lo privado, con el adentro y con el afuera? Ha pasado que a partir de los años 60 y 70 las mujeres han incursionado en lo público, pero esto no se ha visto complementado con el ingreso de los varones en lo privado con la misma fuerza y la misma responsabilidad. Esto es muy difícil de cambiar porque es cambiar la vida cotidiana. La revolución feminista es la revolución más larga de la historia porque tiene que ver con cambiar nuestros modos de relacionarnos, nuestros modos de relacionarnos con otras mujeres, nuestros modos de relacionarnos con los varones, nuestra manera de criar nuestras hijas y nuestros hijos, nuestra manera de resolver los problemas de la vida cotidiana, nuestra manera de ver a nuestro compañero, resolver lo de las compras, no que te ayude, sino hacerse cargo. Las mujeres se hicieron cargo del afuera, pero los varones tienen muchos problemas con el adentro.
En esta socialización estereotipada y jodida, los afectos son el reino de las mujeres y la razón el de los varones. El desafío es construir una cultura diferente, una cultura más tolerante, pero una cultura capaz de aceptar el grado de conflicto, el grado de enfrentamiento con las tradiciones.
Devenir feminista no es fácil, implica una guerra. Mi primera batalla como feminista fue con mis entrañas, no fue pelear con un tipo, con alguien que está afuera. Esto es más fácil. Pero pelearme conmigo, con los mandatos ancestrales, pelearme con la mujer arcaica que vive en mí, pelearme con mi abuelita, es muy duro. Esas son las primeras peleas, no con el afuera, sino con una misma. Por eso es tan complicado, pero así tiene que serlo. Si yo quiero que los derechos sean para todas, hay que superar las posiciones individuales. Creo que para muchas mujeres el mundo es muy vil. Porque muchas mujeres no pueden decidir como parir, hay mujeres que son violadas, que son golpeadas, hay mujeres como Romina Tejerina, que fue violada, que no pudo ni siquiera darse cuenta que estaba embarazada, que no pudo decidir.

- ¿Cómo se plantea el feminismo esta lucha para el cambio? ¿Cómo se relaciona con lo político? Porque estos mandatos tienen que ver con la propiedad privada, con el capitalismo. ¿Qué se plantea desde el feminismo para enfrentar esto?

Alejandra- Yo voy a contestar por mí, porque en realidad el feminismo empieza siendo liberal. Por ejemplo, pensemos en nuestro país, ustedes saben que desde el año 1985 la Argentina suscribe a la “Convención internacional contra toda forma de discriminación de la mujer”. Esto significó la participación de la mujer en el aparato del Estado donde fueron a ocupar lugares en los “organismos mujer” mujeres con trayectoria feminista. Muchas de estas mujeres querían derechos. La verdad es que la pelea por obtener derechos fue muy importante, pero pelear por algunos derechos no significa modificar la condición de la mayoría de las mujeres.
Es decir, que en lo político no siempre estamos de acuerdo. Es más, en los Encuentros de Mujeres discutimos bastante. El feminismo está cruzado por contradicciones. Por eso es más conveniente hablar de “los feminismos”. Mi utopía social, como feminista, tiene que ver con una cierta traición. Yo fui militante en los 70, vengo del marxismo. Y sigo pensando que la vida humana es imposible en el capitalismo. Sigo pensando que esta sociedad hay que cambiarla. En esto difiero con mis compañeros, porque son fantásticos como compañeros, pero siguen con posiciones patriarcales. Para mí el problema de las mujeres no es una contradicción secundaria. Creo que para cambiar esto no tenemos que esperar. Tenemos que generar una transformación profunda, que nos debe abarcar a mujeres y varones, y también a las personas cuyo sexo no se puede definir tan rápidamente.
El tema es que el capitalismo es verdaderamente depredador. El capitalismo nos va a dejar sin naturaleza; nos va a dejar dentro de poco sin agua, algo absolutamente básico. Yo creo que el mundo no es una mercancía. Dado que las cosas se han puesto muy duras, no hay que esperar una gran transformación, la transformación hay que hacerla todos los días. Si nos toca una revolución, ¡aleluya!, la revolución es un sueño eterno. Pero la realidad nos impone que hay que pelear para transformar el mundo todos los días. En esto hay que pelear por transformar nuestra relación con la naturaleza, nosotros somos parte de la naturaleza. No soy algo separado de mi cuerpo, yo soy mi cuerpo, esto es muy difícil de pensar. Esto se piensa desde el feminismo. El marxismo te da otras herramientas que son muy importantes, porque lo que te puede pasar con el feminismo es que te quedes centrada en tu ombligo. Pero el ombliguito también tiene clase y tiene otras cosas.
No hay una sola respuesta desde el feminismo, hay varias respuestas. Estas respuestas políticas difieren y muchas veces no son confluyentes.
- ¿Y a nivel filosófico?
- Hay algo más grave que esta aceptación o ambigüedad política. Me sorprenden los feminismos liberales, porque hablar desde el liberalismo de derechos… ¿de derechos de libre mercado? Son derechos para ese sector y no son derechos para el resto de la población. No termino de cerrar esto de cómo se puede hacer acuerdos entre dos posiciones tan opuestas. Si sos liberal sólo pensás en tus derechos individuales.

Alejandra- Ha habido feministas burguesas que desde el punto de vista del feminismo han sido muy interesantes. Pienso por ejemplo en Virginia Woolf. Ella no era una revolucionaria ni mucho menos. Sin embargo planteó cosas muy importantes para pensar como mujeres. Pensar que a las mujeres no nos estaba permitido escribir; que era una condena habitar en un cuerpo de mujer; cosas difíciles de entender ahora. Nosotras salimos a la calle y no hay ningún problema, pero piensen que pasaría si en lugar de estar aquí estuviéramos en Irán.
El tema es que ser mujer sigue siendo una desventaja. Entre las feministas tenemos contradicciones y está bueno. Eso no quiere decir que voy a defender a cualquier mujer que se diga feminista ni voy a estar de acuerdo con todas las que se digan feministas. Al igual que no estoy de acuerdo con muchos compañeros aunque sean marxistas.
Las cosas son complicadas y es bueno verlas en su complejidad, poder no dar respuestas simples. Cuando damos respuestas simplificadas nos equivocamos. Marx me enseñó que hay que pensar las cosas en su complejidad.
El haber militado políticamente me permite afirmar que lo que se plantea teóricamente da lugar a respuestas muy abstractas. Sobre estas abstracciones no hay ningún tipo de control. Lo que uno piensa, lo dijo también Marx, tiene que servir como una herramienta para la práctica; tiene que servir no sólo para interpretar el mundo sino para transformarlo.
En ese sentido el feminismo reflexiona, proporciona una forma de la teoría que tiene un enorme parentesco con el marxismo. Claro que hay feministas académicas que discuten sobre el significado metafísico del pirulín.

- Quiero traer todo esto de la historia del feminismo a los que nos pasa actualmente. Las mujeres estamos afuera, trabajamos y nos sentimos muy bien. Es verdad que además seguimos teniendo sobre nuestras espaldas la responsabilidad de llevar adelante la casa. Pero creo que las mujeres hemos ganado terreno y que los hombres también se han ido reacomodando. Para ellos también es difícil porque hay una carga social muy fuerte. Aunque creo que la mujer por naturaleza es diferente…

Alejandra- Diferente sí, pero no por naturaleza.

- Bueno pero por naturaleza podemos parir y los hombres no. Creo que todos estamos en un proceso de reacomodarnos, y así como existen todavía hombres muy machistas, hay otros que han salido a acompañarnos en este movimiento. Por eso no adhiero a esa posición feminista a ultranza. Sí a la lucha de la mujer por su independencia y por defenderse de la opresión, de la violación, de la violencia familiar.

Alejandra- Nos tenemos que preguntar cómo reconstruimos las relaciones entre los hombres y las mujeres.

En este momento de la charla comienza un debate de distintas apreciaciones sobre el tema. Aparece la diferencia entre lo individual y las condiciones sociales e históricas para abordar en conjunto la problemática de las mujeres y de los hombres. También aparece el tema de cómo los mandatos están implícitos en todas las actividades de la vida cotidiana, como es lavar los platos o preparar la comida. Se plantea que son muchas veces las mujeres las que aceptan de buen grado el machismo y que se vive en la inercia sin demasiada reflexión sobre lo que significan los hechos que realizamos todos los días. Vuelve a aparecer que la transformación se debe realizar día a día.
Se dijo que para transformar hay que leer las regularidades que van más allá de lo individual. En estas regularidades se puede ver que lo que realmente es sancionado es el no cumplir con el mandato. Esto no quiere decir que la opresión de los hombres y las mujeres sea simétrica. Pero hay fenómenos actuales que tienen que ver con la opresión de los trabajadores y esto incluye a hombres y a mujeres. Esto explica porque el movimiento piquetero esté conformado en su mayoría por mujeres.
Otro aspecto a destacar es que se planteó que lo corporal humano tiene mucho más de histórico cultural de lo que se acepta. Esto está demostrado desde lo psicológico hasta lo embriológico. Sin duda cuando hablamos de hombres y mujeres hay diferencias biológicas, pero el desarrollo de nuestras manos, la distribución de nuestras neuronas, la curvatura de la columna, es producto de la vida en sociedad y de los modos de producir y de comunicarse. Esto abre la posibilidad de ir pensando cómo querríamos que fueran nuestros descendientes.
Se dijo que el machismo es una ideología que compartimos los que nos socializamos en esta cultura, hombres y mujeres. Feminismo y machismo no son equiparables a la lucha entre hombres y mujeres, sino que luchar contra el machismo es luchar contra una ideología muy afincada en nuestro interior.
Aparece alguien que habla de “lo femenino”, “de despabilar lo femenino”, asociándolo con lo fantástico, lo abarcador, lo afectivo. Esto genera una discusión sobre si existe “lo femenino” o “lo masculino” a priori. Se habla de lo fantástico en contraposición a la lógica, entre otros temas.

Alejandra- Esta discusión es muy larga. Mi función era contarles que algunas teorías feministas proponen una crítica teórica y política sobre un sistema de dominación que produce relaciones asimétricas entre seres humanos en función de la diferencia sexual. Cuando hablo de estas relaciones aparece por ejemplo lo que se planteó respecto de la desocupación y el rol del hombre. La mayoría de los hombres de edad media no están preparados para enfrentarse con la desocupación y con la falta de trabajo asalariado. Lo que está pasando es que las transformaciones sociales se han generado de una manera que muchas veces no alcanzamos a comprender y a los seres humanos nos cuesta mucho cambiar la vida cotidiana y las condiciones profundas de nuestra vida. De pronto el mundo ha cambiado muy rápidamente y un varón, que ha sido educado para tener un trabajo asalariado, se encuentra desocupado. ¿Qué recursos objetivos tiene el varón para afrontar esto? La respuesta social que aparece frente a dicho problema es desvalorización, estigmatización, exclusión.
El feminismo proporciona herramientas para pensar esto. El feminismo no es lo contrario del machismo, sino que es una forma teórica y política de pensar cuales son las consecuencias que ha producido este sistema, llamado patriarcado, basado en las desigualdades en razón de la diferencia sexual.
No se trata de eliminar la diferencia sexual. El problema no es la diferencia, el problema es cuando la diferencia se transforma en estigma y en desigualdad. El problema es que un varón, por nacer en un cuerpo de varón, no tiene permitido enternecerse. Ahí está el problema y eso es lo que hay que transformar.
Esta postura nos permite pensar que el feminismo no es lo contrario del machismo y que las mujeres no nos vamos a convertir en dominadoras. El feminismo es una herramienta política y teórica que permite entender algunas cosas que están pasando, cómo se han producido estas relaciones asimétricas de poder, qué efectos tienen estas relaciones en la vida de los sujetos y finalmente, esto que decía Ernesto, que no hay ningún destino predeterminado para los humanos. Los seres humanos nacemos en condiciones que no elegimos, pero podemos transformarlas.
Desde mi punto de vista feminista, el mundo es extremadamente violento con nosotras: las mujeres tenemos el 1% de la propiedad mundial, trabajamos el 70 % de las horas de trabajo que se trabajan en el mundo, nos hacemos cargo de cuidar a los otros seres humanos más indefensos: a las viejas y a los viejos, a las niñas y a los niños. Me importa que las mujeres que no nacieron con los privilegios que yo tengo, también tengan derechos. También que los hombres tengan derechos.

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